El sucesor de Francisco tendrá unos zapatos difíciles de llenar. Quien venga tendrá que decidir si la Iglesia sigue siendo un museo de dogmas o si se arriesga a ser un laboratorio de humanidad. 

Ofrecer un servicio como este, aunque suponga pérdidas económicas, es parte de una agenda de movilidad y derechos sociales, que además incentiva el crecimiento económico de un país.